ELOGIO DE LA PEREZA
En la cultura productivista que vivimos, “no hacer nada” está muy mal visto. Los padres preguntan cada día con ansiedad a sus hijos ¿qué has hecho hoy en el cole? Y las escuelas, obligadas a presentar sus “resultados” se han convertido en auténticas “fábricas” donde se elaboran todo tipo de productos: manualidades, dibujos y pinturas, fichas, ejercicios, regalos, pósteres, cuadernos, videos…Testimonios materiales, objetivos (que suelen terminar perdidos o en el cubo de la basura) de que nuestros hijos e hijas han hecho “algo” en clase, y en las extraescolares. La consigna es producir y producir, aunque no siempre se sepa muy bien por qué, ni para qué. Incluso en detrimento del placer que proporciona el propio proceso, la vivencia desnuda, subjetiva, en sí…
El rendimiento exige dedicación y, sobre todo, concentración. Si un alumno se queda un momento pensativo, mirando a la ventana, enseguida viene alguien a sacarle de su distracción, “¡vamos espabila!, ¡atiende!, ¡despierta!”. El mundo interior, todo lo que no se muestra inmediatamente hacia fuera, lo que no es directamente visible ni puede ser medido, comparado y, especialmente, controlado, no tiene ningún valor. Los psicólogos llaman al aburrimiento “monotonía estimular”, término que refuerza el enfoque externo y superficial de sensaciones que, sin embargo, son enteramente personales. A veces, el aburrimiento de un niño llega a convertirse en un auténtico drama y es casi lo peor que puede ocurrirle a una criatura hoy en día. Afortunadamente, la mayoría cuenta con un arsenal de dispositivos electrónicos para evitarlo. Y en su defecto, padres, profesores y educadores, estamos dispuestos a convertirnos en animadores, entrenadores, magos, malabaristas, actores o payasos, con tal de evitar que se aburran.
A mediados del siglo pasado, José Bergamín definió el aburrimiento como “la perla de la ostra”: gracias a él una persona aprende a relacionarse consigo misma…, es capaz de atravesar su sensación de vacío y de extraer de ella una creación propia.
Contrariamente a lo que solía pensarse, cuando no hacemos nada, algunas regiones de nuestra mente están incluso más dinámicas que en los momentos activos. Es la recientemente descubierta, Red Neuronal por Defecto, un conjunto de neuronas que algunos denominan la “materia oscura del cerebro”. Los trabajos silenciosos de la RDN cumplen la función de un director de orquesta: sincronizan e integran la información de diferentes áreas cerebrales y son esenciales para relacionar, fijar y elaborar vivencias y experiencias. Pero, para que pueda realizar sus tareas, es imprescindible que la mente esté en reposo.
La intuición del genial poeta, hoy confirmada por las investigaciones neurológicas, sugiere la existencia de dos tipos de aburrimiento: uno fecundo y creador, el otro inútil, estéril. El primero se produce cuando nos enfrentamos a la frustración de no saber qué hacer, y somos capaces de resolverla por nosotras mismas. O, paralelamente, cuando nos quedamos ensimismadas “mirando a las musarañas”. El segundo ocurre cuando nos vemos obligadas a asumir una tarea para la que no estamos motivados, por ejemplo, escuchar “un rollo” que no nos interesa. Es de vital importancia para el desarrollo de nuestros niños y jóvenes, que padres y educadores seamos capaces de distinguir entre estas dos formas de aburrimiento. Así que, ya sabes, la próxima vez que vayas a llamar perezoso a alguien…¡piénsalo dos veces!.
Maravilloso, como todo lo que he leído suyo, desde que hace años cayó en mis manos el libro "Educar en verde", y cambió para siempre mi percepción de la maternidad y la infancia… De una manera mucho más acorde con lo que mi instinto ya me susurraba.
Muchas gracias por compartir e invitarnos a reflexionar, seguiré el blog!
Ana
amapsicologia.org
Maravilloso, como todo lo que he leído suyo, desde que hace años cayó en mis manos el libro "Educar en verde", y cambió para siempre mi percepción de la maternidad y la infancia… De una manera mucho más acorde con lo que mi instinto ya me susurraba.
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Maravilloso, como todo lo que he leído suyo, desde que hace años cayó en mis manos el libro "Educar en verde", y cambió para siempre mi percepción de la maternidad y la infancia… De una manera mucho más acorde con lo que mi instinto ya me susurraba.
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Muchas gracias por tus palabras Ana!. Sin lectoras como tú, mi trabajo no tendría ningún sentido.
Un fuerte abrazo
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Un fuerte abrazo
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