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Volver a la escuela: ¿Nos estamos equivocando con la infancia otra vez?

Desde las primeras horas del estado de alarma por el COVID19, los autores de estas líneas alertamos (a través de los medios de comunicación y las redes sociales) sobre el sin sentido y los efectos colaterales negativos del confinamiento estricto para una infancia sana. Daños que inicialmente fueron rechazados por el gobierno, la Asociación Española de Pediatría y diversos expertos, pero que ahora reconocen numerosos estudios, incluida la AEP. La propia OMS sitúa a niños y adolescentes entre las principales poblaciones de riesgo en salud mental debido al encierro.

Las medidas anunciadas últimamente para retomar la actividad en las escuelas son, desde nuestro punto de vista, igualmente inadecuadas: no se justifican desde el punto de vista médico-científico, adolecen de idéntica falta de sensibilidad hacia la infancia y corren el riesgo de re-traumatizar a unas jóvenes personas ya suficientemente castigadas por esta insensata gestión de crisis.

Ningún Coronavirus puede reinar en la escuela

Las sobrecogedoras imágenes del inicio de curso en algunos centros educativos de otros países, muestran una escuela fría y robótica a la que nadie querría acudir: criaturas con mascarilla haciendo cola a un metro de distancia; en aulas desoladas cubiertas de cintas blancas y rojas; escuchando a maestras enmascaradas; con extraños sombreros tipo helicóptero anti-personas; en el patio, separadas por inmensos cuadrados blancos.. o eternamente enchufadas a una pantalla…

No es necesario ser educador o educadora para darse cuenta de la dificultad, de la locura de implementar con niños, niñas y jóvenes la mayor parte de estas medidas. Incluso el éxito en conseguirlo representa, paradójicamente, el fracaso de la tarea docente, porque rozan la negligencia y el maltrato a la infancia y sus necesidades.

Los pedagogos sabemos bien que en las criaturas predomina la emoción, la comunicación no verbal, por encima del discurso racional. Mensajes explícitos del tipo “Es-para-protegerte-del-Covid-Mejor” nunca educan. En cambio, las ideas y valores implícitos que se expresan silenciosamente en las acciones y comportamientos requeridos, se imprimen de forma contundente en el delicado espíritu infantil:

“Tu-cuerpo-es-peligroso-para-otros. El-cuerpo-de-tus-compañeros-y-compañeras-es-peligroso-para-tí. Tu-familia-no-es-bienvenida-aquí”.

Este tipo de mensajes son totalmente inapropiados en cualquier circunstancia, pero más aún con unas criaturas fragilizadas, a nivel físico y mental, por varios meses de confinamiento. Ansiosas, con miedos, con sentimientos de culpa, con carencias de juego, de socialización, tal vez deprimidas e incluso obsesionadas con la limpieza. Frente a esta absoluta insensibilidad con sus diversas condiciones individuales y colectivas, muchos profesionales prefieren no volver a la escuela y muchas madres prefieren no llevar a sus hijos antes que hacerlo en esas condiciones…
Por encima de cualquier epidemia ¿Acaso las criaturas no tienen derecho a ser acogidas como se merecen? ¿A disfrutar de su niñez plenamente?
¿Es razonable estar planeando una vuelta escolar en función del CoViD-19 y no con base en las necesidades educativas?

¿Qué evidencias tenemos de que las medidas anunciadas sirven para prevenir un rebrote de la epidemia?

Las más que dudosas cualidades sanitarias de esas soluciones

En primer lugar debemos recordar que niños y niñas no son supercontagiadores ni padecen la enfermedad del COVID19 tanto como los adultos y, si lo hacen, es con síntomas leves. Remitimos al lector a nuestros artículos publicados en este mismo medio y en nuestros respectivos blogs.
El riesgo para niños y niñas y para sus maestras es mínimo, cientos de veces inferior al de otros virus estacionales con los que convivimos desde hace años.

Patógenos que producen enfermedades respiratorias de forma epidémica en grupos poblacionales importantes, que ponen nuestro sistema sanitario al límite, y que causan la muerte de muchísimas personas. El virus de la gripe, por ejemplo, ocasiona entre 290.000 y 650.000 fallecimientos anuales en todo el mundo en personas de cualquier edad pero con preferencia por los grupos de edad mayores y con enfermedades previas.

El más peligroso es el Virus Respiratorio Sincitial (VRS) causante de la bronquiolitis, enfermedad que ataca cada año a 34 millones de niños menores de 5 años, y causa la muerte de 66.000 a 200.000 de ellos, además de provocar miles de fallecimientos de personas adultas. En España cada año 100.000 niños enferman de bronquiolitis y unos 20.000 precisan hospitalización (AEP 2019). Al igual que la Covid-19, la bronquiolitis no tiene ni tratamiento eficaz ni vacuna.

Es incongruente que si por un virus como el VRS que de los niños pasa a los adultos y viceversa, mucho más peligroso que el actual coronavirus, ni nos confinamos ni pretendemos hacer de la escuela un circo macabro, con este coronavirus, que está muy lejos de poder emular en número y peligrosidad al de la gripe y el VRS juntos, y que prácticamente no afecta a los niños, se pretendan tomar medidas tan drásticas en la escuela.

Link al PDF del cuento.

Veamos ahora la supuesta eficacia de algunas de ellas:

. Mascarillas

El Centro de Control de enfermedades europeo (2020) señala: “… los niños no toleran bien las mascarillas faciales”. La OMS (2020) recomienda llevar mascarilla solo si estás cuidando a un enfermo de Coronavirus-19, o si tú mismo estás enfermo, o toses, y advierte que solo son eficaces si se combinan con el lavado frecuente de manos.
Los escolares y sus educadoras no están, en principio, en ninguno de estos dos casos. Si algún profesor pertenece a un grupo de riesgo para el Coronavirus-19, no debe acudir al trabajo, porque sus compañeros podrían contagiarlo.

Las ocurrentes mascarillas con plástico transparente para que puedan verse los labios de las educadoras no están homologadas, un proceso complejo que requiere de pruebas especializadas para poder certificar su idoneidad. La humedad por condensación hará que no se vea bien la boca, y se produzca sobrecrecimiento interno de virus y bacterias.

No disponemos de estudios concluyentes que recomienden la mascarilla en adultos, y mucho menos en niños. Dejémosles disfrutar de respirar libremente el aire libre.

. Distanciamiento

Es inoperante y falto de razonamiento epidemiológico reducir ratios de alumnos en función de un virus que está atacando con tan baja frecuencia (1% en el estudio español, muy por debajo de otros grupos etarios) a los niños y que no les causa enfermedad grave (mucho menos grave que la gripe o el VRS). La ratios deben ser calculadas con criterios educativos. Hay mucha incongruencia ¿calculada? en asegurar que “hasta que no tengamos un 60% de población contagiada no tendremos una inmunidad de rebaño que nos proteja” y al mismo tiempo impedir que grupos poblacionales de muy bajo riesgo pasen al enfermedad.

El tacto y el contacto son esenciales para la vida. Los seres humanos somos animales sociales y nos construimos en la interacción física y energética con el otro.

. Lavado compulsivo de manos con soluciones hidroalcohólicas

Venimos al mundo a contaminarnos con los virus y bacterias que están en nuestro entorno para formar el microbioma o flora saprofita que convive con nosotros. Llevamos cientos de miles de virus y bacterias por dentro y por fuera de nuestro cuerpo (se estima que unos 3 kg de nuestro peso son esa flora saprofita). Nada más nacer nos “contaminamos” de la flora intestinal y cutánea de nuestra madre y gracias a ello vivimos, pues constituye la base de nuestro sistema inmunitario. Aplicarnos soluciones hidroalcohólicas de modo constante en las manos y ponérsela a los niños mata toda la flora cutánea; lo normal es acabar con eczema o dermatitis de contacto. Niñas y niños pueden además acabar intoxicandose si se chupan las manos.

Basta el lavado de manos habitual ante de las comidas, tras el baño y si nos hemos ensuciado mucho. Es fuera de lo razonable aplicarse hidroalcohol cada vez que tocas o eres tocada por una criatura.

. Higienización con lejía hasta de los juguetes

Nunca como ahora habíamos puesto tanta lejía en todas las cosas. Nunca como ahora habían ocurrido en tan poco tiempo tantas intoxicaciones respiratorias en niños y adultos, cutáneas en adultos y gastrointestinales por ingestión directa accidental en niños, por el uso desmedido de este desinfectante. Nunca habíamos estropeado tanta ropa en buen estado como ahora. Las mismas consideraciones contra la higiene excesiva del punto anterior son aplicables aquí. Tanto la lejía como las soluciones hidroalcohólicas son muy perjudiciales para personas de cualquier edad que padezcan dermatitis o eczema atópico.

. Educación online

Los niños, niñas y adolescentes del confinamiento tienen sin duda un record histórico en el número de horas pasadas frente a una pantalla. Desde hace años, numerosos estudios de neurociencia alertan sobre las nefastas consecuencias de una sobreexposición a las pantallas para el cerebro infantil en proceso de desarrollo. Además, lo que se ha denominado educación-online carece de una dimensión fundamental para el desarrollo y el aprendizaje auténtico: el contacto humano y con el mundo natural, base de toda experiencia. Las pantallas pueden ser un complemento, nunca un sustituto del mundo real. Su proliferación supone el retroceso hacia una educación pensada como mera transmisión de conocimiento bancario. (Paolo Freire)

Una oportunidad para hacer la escuela más humana

Con todo, el COVID puede ser una magnífica oportunidad para avanzar hacia esa escuela más humana, basada en el contacto con una misma, con los demás y con el mundo natural, con la que algunas llevamos soñando y trabajando desde hace décadas. Estas serían algunas de sus características:

Una escuela íntima

En primer lugar, nos parece imprescindible bajar las ratios, una reivindicación histórica de los profesores, no para mantener la distancia de seguridad, sino por criterios educativos, de cuidado y de salud entendida como bienestar físico, mental y social. Aunque con diferentes intensidades y matices, la infancia de los tiempos del COVID ha recibido un duro golpe. Según algunos estudios, uno de cada cuatro sufre ansiedad tras el encierro. La casa se les ha presentado como el único lugar seguro, y a muchos les va a costar habituarse de nuevo a estar con sus iguales. La escuela debería acogerles con calidez, en pequeños grupos, ofreciéndoles los espacios de intimidad que necesitan para elaborar e integrar estas vivencias traumáticas y extraordinarias. Debería ayudarles a recuperar confianza y seguridad en sí mismos, en los demás y en la vida.

Crear pequeñas comunidades centradas en el cuidado, hace más fácil el control y seguimiento de los posibles contagios. Al igual que en las familias de origen las personas se tocan, y se cuidan, se trata de crear familias ampliadas, compuestas casi siempre por mismas personas, con el compromiso y la responsabilidad de cuidarse. Una escuela que celebre la vida (en vez de centrarse en el miedo a la muerte), porque las caricias, los abrazos, fortalecen el sistema inmunitario.

Una escuela mutua

Al bajar las ratios será necesario contratar profesionales, en lugar de dejar a niños y niñas a merced de las tecnologías, en casa o en la biblioteca del centro. Frente a la rigidez de esa escuela robótica, centrada exclusivamente en las materias, aprovechemos para hacer una escuela más orgánica y flexible, centrada en las personas. Además de contratar profesores, se puede apelar a voluntarios de las propias familias, asociaciones, estudiantes en prácticas… Una diversidad que multiplica los talentos y capacidades disponibles, sin minar la calidez humana. Otra opción interesante es renunciar de vez en cuando la simultaneidad de la enseñanza y la rigidez de la escuela graduada, para organizar agrupamientos flexibles, formados por niños y niñas de diferentes edades, en los que los más grandes compartan sus saberes y asuman responsabilidades hacia los más pequeños.

Una escuela coherente

Uno de los aspectos más difíciles de esta crisis ha sido la proliferación de normas que han invadido de golpe nuestras vidas y complicado la tarea de transmitírselas a niños y niñas. Algunas de ellas estrictas y prohibitivas, carentes de sentido, difíciles de explicar; otras excesivamente ambiguas, difíciles de comprender e interpretar. Para crecer con salud y responsabilidad, la infancia necesita un sistema normativo coherente, sobre el que pueda reflexionar, que pueda comprender y explicar, en el que pueda participar y, si es necesario, también contribuir a modificar. Este es un aspecto fundamental de la educación moral, política y democrática de un pueblo, que la escuela no puede descuidar.

Una escuela renaturalizada

La naturaleza es un factor de resiliencia fundamental para la infancia del post confinamiento. Proporciona a niños y niñas todo lo que necesitan para crecer y desarrollarse saludablemente a nivel físico, emocional, social, creativo e intelectual. Para recuperar la seguridad y la confianza. Ofrece espacios alternativos a las aulas, para acoger a las pequeñas comunidades de cuidado: patios renaturalizados, jardines, huertos, bosquecillos, playas, parques y plazas cercanas. El contacto con la naturaleza ayudará a niños y niñas a superar con más facilidad sus dificultades, y a prevenir una posible cronificación de las mismas.

Otras escuela es posible tras este coronavirus, pero la que se está planteando basada en el miedo al virus y no con base en las necesidades educativas no es la adecuada.

Texto publicado en el periódico "El País", "The Mamas & The Papas" - 18 Mayo 2020 - link

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7 Comments

  1. Buenos días, me ha encantado la reflexión, pero igual que en las charlas que estoy teniendo últimamente en mi círculo, me encuentro aquí con una comparación de cifras de muertos (en otras ocasiones ha sido con contagiados) entre el COVID y, en este caso, la bronquiolitis. En mi opinión, la diferencia que hay entre el COVID y el resto de enfermedades es que esta ES NUEVA, que no se sabían (o se saben) las mismas cosas que con la gripe, la bronquiolitis o como la “suprema” Ana Rosa quiere comparar, el SIDA.
    Estoy muy de acuerdo con toda esta mirada a la situación actual, pero creo que ahora mismo toca dejar a los que mandan o saben (esperemos que sean los mismos) aprender y darnos la información. Cuando, dentro de un año, veamos que el que dejó salir a los niños a las calles antes ha conseguido que su pais este “más contento” aunque tenga un porcentaje algo más alto de “malos datos” en su balance, será quien haya acertado bajo mi punto de vista (por poner un ejemplo), pero ahora mismo, creo que hay que dejar hacer, obedecer, apuntar y reflexionar y aprender.
    Gracias por dedicaros a los que de verdad importan, los enanos.

    1. Estimado Javier,
      si hay algo que se sabe ya del covid, porque tenemos suficientes estudios, desde el mes de enero/febrero, es que los niños y niñas prácticamente no padecen la enfermedad, y tampoco la transmiten. Lo que también sabemos a estas alturas es que el confinamiento les ha causado todo tipo de efectos secundarios, como ansiedad y miedos, dificultades de concentración, etc..que si no hacemos nada acabarán pagando muy caro, no el día de mañana sino muy pronto cuando empiecen a medicarlos por trastornos psíquicos. El lobby farmacéutico que, desgraciadamente, hoy controla la OMS ya debe estar frontándose las manos, cuando indica que niños y jóvenes son la principal población de riesgo en salud mental tras el COVID. Si quieres saber en qué mundo vivimos, y no precisamente de cuento de hadas, te recomiendo que leas mi segundo libro, Estate quieto y atiende, donde podrás leer una investigación rigurosa, y sobre todo, financiada de forma COMPLETAMENTE independiente, sobre la forma en que se fabrican los trastornos infantiles. Puedo decirte que mientras escribía ese libro en 2013 (se agotó en su momento y se ha vuelto a publicar en 2017) lloré muchas veces, no podía creer que algunas personas por dinero puedan hacer daño a niños y niñas inocentes no en un país lejano, sino aquí mismo delante de nuestras narices. Y por lo que se refiere a la obediencia, creo que deberías establecer una distinción importante entre obediencia y sumisión: la primera supone cumplir la ley (hasta el punto que te permita tu conciencia claro esta), pero desde la responsabilidad y con un sentido crítico, para intentar cambiar lo que no nos parece justo. La segunda implica una obediencia ciega, que ni cuestiona ni se responsabiliza. Después algunos dirán, como los funcionarios de los campos de concentración que enviaban a miles de personas a las cámaras de gas, que SOLO seguían órdenes. Un abrazo

  2. Tampoco se ha dado en la historia reciente un caso como este. Que prefieren que muera más gente? Los niños se recuperarán enseguida. Tienen una capacidad innata para ello. Ya está bien de implicar más las cosas. Lo único que hay que insistir es en hacerle la vida más fácil.

    1. Sin duda paz, es bien sabido que Jose María Paricio y yo somos dos ogros come niños que lo único que queremos es verles morir de una atroz enfermedad que nos está azotando por un virus maligno que está escondido en todas partes, pero especialmente, en nuestras cabezas. La vida no está resultando fácil para unas criaturas que, a cuenta de un virus, están recibiendo negligencia y maltrato por parte de muchos adultos y adultas que como tú, creen que les estamos protegiendo. Un saludo

  3. Los expertos (OMS, AEP, etc.) no es q “hayan reconocido” o rectificado en lo que decían antes. Es que con miles de muertos no era el momento y ahora con un descenso importante de los contagios y muertes sí lo es. Y dejen de comparar el Coronavirus con una gripe común porque no lo es.

    1. Estimada Esther, siento decirte que no era una cuestión del momento, sino más bien de la falta de información, una confusión al pensar que el comportamiento del COVID era igual que el de la gripe anual, a nivel de contagio, todo ello aderezado con la niñofobia que desgraciadamente hay en nuestra sociedad y en nuestra cultura. Bueno, veo que para algunas cosas si que estás de acuerdo en compararlo, o tal vez no lo sabías? La infancia y sus costumbres no tiene NADA que ver con el número de muertos. DEJEN DE CULPARLES POR FAVOR

  4. Buenos días. Estoy visitando vuestra web, he llegado a ella a través del cuento el CovidLobo. Soy socia de la asociación ASCEL /Asociación para el Estudio y Conservación del Lobo Ibérico (https://loboiberico.com/) Y estamos, entre otras cosas, en la titánica labor de cambiar la mentalidad general (sobre todo en los niños) de la sociedad, para que deje de pensar en este animal eternamente como la representación del mal. No es la primera representación del COVID que se hace con él. Esta especie es insustituíble, reguladora, necesaria para el buen funcionamiento de un ecosistema. Si educáis con valores ecológicos y de protección a la naturaleza/biodiversidad, os daréis cuenta de que el mensaje del cuento es poco afortunado. Si lo podéis tener en cuenta para próximas acciones estaría agradecida, y como yo, todos los defensores del lobo. No hay más que echar un vistazo a los medios de comunicación y veréis la injusticia que se sigue cometiendo con él. No hay que contribuir a que perdure el sentimiento de odio instalado en la cultura popular desde tiempos inmemoriales. Gracias!
    Carmen.

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